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martes, 12 de mayo de 2015

SILENCIO









Silencio

¿Qué es el silencio? primeramente para que haya silencio debe existir su contraparte, el ruido. El silencio bien podría ser la ausencia de ruido para los sentidos o si se trata de la mente, la ausencia de pensamientos. El silencio podría ser un estado, un estado de armonía o de paz. Por tanto para que exista un estado de silencio o armonía o paz, debería existir su opuesto, un estado de desarmonía o disturbio.

Y si el silencio no fuese un objeto, o sea, un estado o sensación o percepción, ¿qué sería? Me animo a decir que no sería un algo, un qué, sino sólo Ser, sólo verbo sin sujeto. En tanto que verbo el silencio es previo al sujeto, previo a la percepción, previo al estado o sensación o pensamiento. Tal vez el silencio sea simplemente el conocer del silencio, el saber de sí mismo. Y este saber no tiene forma, a la vez que abarca todas las formas, no tiene sonido, a la vez que abarca todos los sonidos, no tiene pensamientos a la vez que abarca todos los pensamientos, no tiene sensaciones a la vez que abarca toda la gama de sensaciones, percepciones, estados y situaciones.

Por tanto si el silencio que se conoce a sí mismo abarca la totalidad de ser, vibra con la totalidad, vive, es vital, y desde esta vitalidad se modula hacia todas las experiencias que nacen dentro del silencio y también terminan dentro del silencio. Se expanden y se contraen desde, en, hacia y sobre sí mismo. Al igual que la corriente en el océano expresándose a través de las olas, abarcando la totalidad de las mismas y regresando a sí. La misma sustancia que la corriente moduló en forma de ola y que al descender en ímpetu vuelve a ser océano.

¿Es el silencio el que habita en mí o soy yo quien habita en el silencio? si los pensamientos van y vienen, las percepciones van y vienen, las sensaciones llegan y se van, ¿qué queda en el medio? Lo que hay en el medio es un espacio que todo lo abarca, donde todo ello aparece y desaparece. Este espacio vacío, vacuo, silencioso es en esencia mi Ser Real, no soy yo quien habito en el silencio, es el silencio que habita en mí y es aquello que soy antes de haberme separado en la creencia de que soy algo más que este silencio perfecto.

Consecuentemente todo vive en mí y también soy quien vive en cada una de estas experiencias, pero sin llegar a convertirme en ellas. Una ola por mucho que lo intente nunca deja de ser océano. La sustancia primera u original, Dios, el silencio, la vacuidad no puede separarse de todo lo que es, la única separación posible es la de un yo dormido que se ha hipnotizado a sí mismo bajo la creencia de un yo separado, atribuyendo a la conciencia una cualidad objetiva.
Es de esta forma que vivimos en la ilusión de un yo imaginario y sólo necesitamos redireccionar el enfoque hacia nuestro Ser Real, hacia el Océano de la Conciencia, hacia el Conocedor.  La raíz de todo sufrimiento reside en la creencia en la separación. ¿Es acaso posible sanar o perdonar aquello que no existe ni nunca tuvo entidad propia? Sencillamente todo es una modulación de nuestra conciencia, cualquier tipo de experiencia linda, fea, buena, mala, exitosa, fracasada, todas han sido modulaciones de la misma conciencia que somos. Creímos en su vida independiente y esta creencia ha sentado sus bases en nuestra cultura actual.

Los intentos desesperados del yo separado por subsistir lo han llevado a abarcar los límites de la polaridad, cimentado en la falta de unidad. Entonces se comprende la dualidad, el diferenciarme del otro, el competir, el juzgar, la lucha por el poder. Todo es una lucha por la subsistencia, una que siempre fue ilusoria pero muy transitada y aprehendida. Llegamos a creer que sin ella dejaríamos de existir,  nos disolveríamos en algo llamado muerte.

Sí nos disolvemos pero dentro de la verdad de lo que realmente somos, que no tiene tiempo, nunca desaparece ni cambia en sustancia, por tanto es vital y es eterna, es vida eterna siempre presente, un destello de luz pura, puro saber. Nunca hemos sido ignorantes de nada pero lo hemos creído, nunca estuvimos separados de nada ni de nadie pero lo hemos creído, nunca salimos hacia ningún lugar pero lo hemos creído.

Seguimos siendo el sabedor, el conocedor silencioso mediante el cual se modula la experiencia y la vida, a través de quien la existencia renace a la vez que se funde infinitamente dentro de la Conciencia de sí mismo.

Autora: Sol (reinasolsinger@gmail.com)

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