El Karma, El Gurú Y El Sabio
Dr.
David R. Hawkins
El Ojo del Yo Sección IV Debates y Conferencias
Capítulo 16 El Karma, El Gurú y El Sabio
El Ojo del Yo Sección IV Debates y Conferencias
Capítulo 16 El Karma, El Gurú y El Sabio
Pregunta: ¿Podría explicar lo que entiende usted por karma?
Doc: Cada pensamiento y cada acción despide una vibración o rastro que es asociado a un patrón energético de alta frecuencia del cuerpo energético de la persona. Este interactúa con el mar de la consciencia, donde hay infinitos patrones de energía que emanan de otros cuerpos energéticos. En este complejo mar de patrones intrincados, se hacen selecciones que influyen en las decisiones y las direcciones de la vida. Los patrones persistentes se refuerzan y son por tanto más dominantes. Las interacciones que se originan así podrían compararse con la forma estructural de una molécula, que determina con que otras moléculas es capaz de interactuar. Así, pueden ser compatibles con unas formas moleculares e incompatibles con otras.
El cuerpo energético de cada persona lleva consigo un rastro histórico de patrones, que persiste en el tiempo e influye en sus decisiones, en su conducta y en sus sentimientos de atracción o repulsión.
Este cuerpo energético, que es la sede del sentido del “Yo”, existe independientemente del cuerpo físico, como recordaría cualquiera que haya estado fuera del cuerpo. Este “cuerpo kármico” está constituido por los rastros coleccionados por los posicionamientos.
El campo de la consciencia es un mar infinito de campos de energía que interactúan con distintos niveles que se pueden calibrar. El destino del cuerpo energético de un alma individual es por tanto similar a un objeto que flotara en el espacio, o a un corcho en el mar, en el que su innata flotabilidad determina el nivel en el cual se estabilizara y flotara.
Los reinos de existencia no materiales están compuestos por cuerpos de energía de distintos niveles en las frecuencias del mar de la consciencia que tienden a estabilizarse en reinos. Cada uno de estos reinos congrega a su alrededor un campo de atracción. Cuando el cuerpo energético o alma, con su colección histórica de frecuencias y patrones, se separa del cuerpo físico, gravita hasta alcanzar un campo compatible o dominio. Estos campos constituyen las potencialidades u opciones entre los distintos niveles de la vida posterior a la vida física, tales como los infiernos, los purgatorios, los limbos o los cielos. Obviamente, para algunas almas, existe también la oportunidad, la elección o el destino de optar por otra vida física.
Si preguntamos con la prueba muscular si esta es una representación bastante acertada de la realidad espiritual, obtenemos un “si”, como respuesta.
La gente tiene opiniones definidas acerca de estos temas, y la cuestión de la reencarnación se presta a muchas discusiones. Sin embargo, todas las religiones coinciden en que el cuerpo de energía, tras la muerte física, asume un destino que viene determinado por las acciones realizadas durante la vida física. Por tanto, el destino está determinado principalmente por las decisiones espirituales y las acciones que se hicieron, dándosele gran importancia a la intención, la responsabilidad y el consentimiento de
Espiritualment
De los anteriores análisis e investigaciones espirituales, parece que el destino último de uno es la consecuencia automática e impersonal de los patrones de energía que han sido establecidos en el aura del cuerpo espiritual; por ejemplo, el destino de una persona tras la muerte física es simplemente la consecuencia inevitable de sus propias elecciones, y no una recompensa o un castigo que alguna figura, energía o poder distribuya arbitrariamente. El ser en el infinito mar del Ser gravita hacia su destino en virtud únicamente de su propia esencia. Esta es la justicia absoluta de Dios Todopoderoso, que garantiza una absoluta justicia e imparcialidad. El juicio es por tanto una mera invención semántica (como la causalidad o el heliotropismo), que sirve como “explicación” plausible que se deriva de las suposiciones antropomórficas de la mente humana.
Cada persona determina su propio destino con absoluta justicia, en la medida en que el destino espiritual de uno queda sellado y determinado por su propia mano y sus acciones. Así, la justicia de Dios se lleva a cabo perfectamente auto-cumplida.
La humanidad, por tanto, tiene que asumir la responsabilidad de su propio destino y dejar de culpar a Dios, a quien se le ha difamado injustamente. En realidad, el amor de Dios, como el Sol, brilla igualmente para todos. Los dominios espirituales, si se los comprende bien, adquieren pleno sentido, y ya no hacen falta invenciones ni fantasías supersticiosas y antropomórficas para explicarlos.
La mayor parte de lo que se ha dicho hasta aquí está en consonancia con la mayor parte de la información y la experiencia espiritual acumulada de la humanidad. Si, espiritualmente, todo sucede como consecuencia del Libre Albedrío, y no hay “fuerzas” que “causen” nada que no esté conforme con ello, entonces la cuestión de la reencarnación física se clarifica. Si sucede, tendría que ser por elección y asentimiento de la voluntad espiritual, y estaría determinada por las propensiones “kármicas”.
Cuanto más se identifica uno con el cuerpo físico y la vida terrestre, más se sentirá empujado o atraído hacia otra vida terrestre. Es obvio que la atracción hacia la reencarnación quedaría anulada o vendría propiciada por los errores espirituales del pasado. Al parecer, muchas almas deciden que la única forma de reconciliarse es sufrir la misma suerte que ellas les han hecho sufrir a otras. Ciertamente, vemos que millones de almas eligen vidas que terminan desastrosamente. Incluso, la forma de morir elegida es con frecuencia tan singular y específica que uno intuye que debe haber habido fuertes factores kármicos determinantes en la especificidad de la elección hecha. También los suicidios toman con frecuencia formas y estilos muy específicos, con significados muy concretos.
Podemos afirmar que, si las vidas del alma se pueden vivir dentro o fuera de los dominios físicos, en planos físicos o energéticos, será bastante posible una casi infinita secuencia de vidas. Esta formulación está en consonancia con las enseñanzas de los sabios de la antigüedad, los Vedas, y las enseñanzas de Krishna, Buda y el Hinduismo, así como con otras antiguas religiones.
En niveles muy avanzados de consciencia, los sabios iluminados son capaces de recordar vidas anteriores, de las que suelen decir que han sido muy numerosas. En las experiencias extracorpóreas, la gente también recuerda que su cuerpo energético ha habitado anteriormente otros cuerpos físicos. Los niños pequeños suelen recordar también vidas previas, y las investigaciones demuestran que esto es algo frecuente. A un sabio se le pregunto cuan reales eran las encarnaciones previas, a lo que respondió que eran tan reales como esta, ni más ni menos.
El interés en si uno ha tenido vidas anteriores no es más que un reflejo de la vanidad del ego o el interés por si mismo. Es más importante comprender como trabaja la justicia divina, pues esto aclara los malentendidos acerca de la naturaleza del ego. También aclara las enseñanzas Cristianas de “lo que siembres, cosecharás”, “Las personas que viven en casas de cristal no deberían arrojar piedras”, “Aquellos que viven por la espada morirán por la espada”, “Ni un solo cabello de vuestras cabezas pasa desapercibido”, y “No cae ni un solo gorrión sin que se tenga en cuenta”.
Los comentarios de Jesús acerca de la reencarnación son breves, y aparecen en Mateo 11:7-14 y 17:10-13, donde afirma que “Elías (Elijah) ha vuelto como Juan el Bautista”.
El cristianismo se centra en elegir la virtud sobre el pecado, o del bien sobre el mal, dado que la importancia del destino del alma tiene prioridad sobre el sujeto de la reencarnación.
Consciencia
espiritual avanzada
Dr. David R.
Hawkins
El Ojo del Yo Sección IV Debates y Conferencias
Capítulo 15 Aclaraciones
El Ojo del Yo Sección IV Debates y Conferencias
Capítulo 15 Aclaraciones
Pregunta: ¿Cambia la experiencia del cuerpo con una
consciencia espiritual avanzada?
Doc: Se dan cambios que ocurren en la naturaleza de la experiencia corporal. La sensación de localización es más general y menos concreta. Y hay periodos durante el trabajo espiritual en que el cuerpo casi se siente desaparecer, como si se olvidara.
También hay veces en que energías muy intensas parecen fluir a través del sistema nervioso, y se experimentan sensaciones ardientes diversas, como si el sistema nervioso estuviera incandescente. También hubo un periodo en que la energía Kundalini discurrió con intenso placer hacia arriba por la espina dorsal, hasta la cabeza y el cerebro, para luego bajar al corazón y salir de el.
Puede haber una perdida en cuanto a deseos corporales y una retirada del interés en el cuerpo, hasta el punto que la supervivencia física puede a veces depender de las atenciones de las personas que lo rodean. Puede haber una marcada pérdida del apetito y del interés en las sensaciones corporales. La visión cambia en el sentido de que todo parece ir a cámara lenta, y hay una mayor dependencia de la visión periférica frente a la visión central. El tiempo se detiene, lo cual parece estar relacionado con la perdida de conexión concreta con el espacio.
También se da cierta inestabilidad en el movimiento corporal. Cuando tiene lugar la realización del Ser, se tienen dificultades con los pronombres y en como denominar a lo que el mundo considera que es lo “Yo” en términos que resulten comprensibles. Al principio, resulta extraño ver a la gente hablándole al cuerpo físico como si fuera la identidad de uno.
También se pierde el miedo y los reflejos de sobresalto. Es más difícil procesar el pensamiento lineal y descifrar la conversación humana ordinaria. Esto deriva en un retraso en la respuesta durante la comunicación verbal. Este retraso tiene que ver con el proceso que ocurre en la conciencia, que traduce el proceso lineal del lenguaje en significado en términos de esencia. Este retraso no se da a la hora de comprender a los animales o el lenguaje corporal humano. Esto parece que sucede debido a que la consciencia se centra más en la esencia y el significado que en los detalles de la forma. También se tiene que hacer un cambio de sintonía desde el silencio natural de este estado hasta el sonido definido más próximo al cuerpo.
No hay separación entre lo que parece que ocurre y el Ser. Las “causas” no se buscan en el exterior, y lo que llamamos “acontecimientos” suceden como consecuencia de lo que se mantiene en la mente. No hay causas atribuidas al mundo, sino solo a la consciencia.
La gente alrededor de uno parece ir en pos de cosas irrelevantes e intrascendentes, malgastando mucha energía. Estos aspectos de la consciencia se experimentan como si los vivieran individuos diferentes, pero el experimentador interior es básicamente el mismo Ser en todos. El cuerpo es como un compañero, una mascota cariñosa que le sigue a uno a todas partes. Parece estar fielmente presente. Puede incluso someterse a una operación sin sentir dolor ni necesitar anestesia. Uno puede seguir poseyendo el cuerpo y ser responsable de el sin identificarse con el como identidad propia.
Doc: Se dan cambios que ocurren en la naturaleza de la experiencia corporal. La sensación de localización es más general y menos concreta. Y hay periodos durante el trabajo espiritual en que el cuerpo casi se siente desaparecer, como si se olvidara.
También hay veces en que energías muy intensas parecen fluir a través del sistema nervioso, y se experimentan sensaciones ardientes diversas, como si el sistema nervioso estuviera incandescente. También hubo un periodo en que la energía Kundalini discurrió con intenso placer hacia arriba por la espina dorsal, hasta la cabeza y el cerebro, para luego bajar al corazón y salir de el.
Puede haber una perdida en cuanto a deseos corporales y una retirada del interés en el cuerpo, hasta el punto que la supervivencia física puede a veces depender de las atenciones de las personas que lo rodean. Puede haber una marcada pérdida del apetito y del interés en las sensaciones corporales. La visión cambia en el sentido de que todo parece ir a cámara lenta, y hay una mayor dependencia de la visión periférica frente a la visión central. El tiempo se detiene, lo cual parece estar relacionado con la perdida de conexión concreta con el espacio.
También se da cierta inestabilidad en el movimiento corporal. Cuando tiene lugar la realización del Ser, se tienen dificultades con los pronombres y en como denominar a lo que el mundo considera que es lo “Yo” en términos que resulten comprensibles. Al principio, resulta extraño ver a la gente hablándole al cuerpo físico como si fuera la identidad de uno.
También se pierde el miedo y los reflejos de sobresalto. Es más difícil procesar el pensamiento lineal y descifrar la conversación humana ordinaria. Esto deriva en un retraso en la respuesta durante la comunicación verbal. Este retraso tiene que ver con el proceso que ocurre en la conciencia, que traduce el proceso lineal del lenguaje en significado en términos de esencia. Este retraso no se da a la hora de comprender a los animales o el lenguaje corporal humano. Esto parece que sucede debido a que la consciencia se centra más en la esencia y el significado que en los detalles de la forma. También se tiene que hacer un cambio de sintonía desde el silencio natural de este estado hasta el sonido definido más próximo al cuerpo.
No hay separación entre lo que parece que ocurre y el Ser. Las “causas” no se buscan en el exterior, y lo que llamamos “acontecimientos” suceden como consecuencia de lo que se mantiene en la mente. No hay causas atribuidas al mundo, sino solo a la consciencia.
La gente alrededor de uno parece ir en pos de cosas irrelevantes e intrascendentes, malgastando mucha energía. Estos aspectos de la consciencia se experimentan como si los vivieran individuos diferentes, pero el experimentador interior es básicamente el mismo Ser en todos. El cuerpo es como un compañero, una mascota cariñosa que le sigue a uno a todas partes. Parece estar fielmente presente. Puede incluso someterse a una operación sin sentir dolor ni necesitar anestesia. Uno puede seguir poseyendo el cuerpo y ser responsable de el sin identificarse con el como identidad propia.