ARCANO MAYOR, LA RUEDA DE LA FORTUNA: LAS TRES MOIRAS EN EL TAROT MÍTICO
LA RUEDA DE LA FORTUNA
La carta de la Rueda de la Fortuna retrata a tres mujeres sentadas en una cueva oscura. La primera es joven e hila un hilo con un huso de oro. La segunda es hermosa y madura y mide un trozo de hilo entre sus manos. La tercera es vieja y sujeta un par de tijeras. En el centro, entre ellas, hay una rueda de oro, alrededor de la cual se pueden ver cuatro figuras humanas en distintas posturas. A través de la boca de la cueva se observa un fértil paisaje verde.
SIMBOLOGÍA
La cueva sugiere a la vez el vientre del que sale la vida y la tumba a la que vuelve: el principio y el fin del destino.
Las tres edades de las Moiras reflejan las fases lunares: luna creciente, luna llena y, finalmente, la que no se ve, las tres etapas de cada vida humana.
El hilo que las Moiras hilan, miden y cortan está relacionado con la trama de los tejidos del cuerpo que tiene lugar en el útero, surgiriendo de ese modo que el destino está sujeto a la herencia y al propio cuerpo.
Las tres edades de las Moiras reflejan las fases lunares: luna creciente, luna llena y, finalmente, la que no se ve, las tres etapas de cada vida humana.
El hilo que las Moiras hilan, miden y cortan está relacionado con la trama de los tejidos del cuerpo que tiene lugar en el útero, surgiriendo de ese modo que el destino está sujeto a la herencia y al propio cuerpo.
RELATO DEL MITO
Aquí encontramos a las tres diosas del Destino, que los griegos llamaban Moiras. Según la mitología, las Moiras eran hijas de la Madre Noche y habían sido concebidas sin padre. Cloto era la que hilaba, Láquesis la que medía y Atropo, cuyo nombre quiere decir "la que no se puede evitar", la que cortaba. Las tres Parcas, llamadas así en la mitología romana, urdían el hilo de una vida humana en la oscuridad secreta de su cueva, y su trabajo no lo podía hacer ningún dios, ni siquiera el gran Zeus. Una vez que se urdía el destino de un individuo, eso era irrevocable, y no podía ser alterado, y la longitud de la vida y el tiempo de la muerte eran la parte y el lote del cupo que las Moiras adjudicaban. Si un individuo intentaba desafiar al destino, como a veces hacían los héroes, entonces padecía de lo que llamaban ubris, que quiere decir arrogancia ante los dioses. Dicho individuo no podía, naturalmente, escapar a su destino, y a veces era castigado severamente por los dioses por intentar transgredir los límites establecidos por las Moiras. En una versión de la mitología, se dice que Apolo, el dios-sol, en una ocasión se burló de las Moiras y maliciosamente las emborrachó para salvar a su amigo Admetus de la muerte. Pero se creía normalmente que el mismo Zeus tenía miedo de las profundidades de la noche, que era el poder más antiguo del Universo.
SIGNIFICADO DE LA LÁMINA
A nivel interno, las tres Moiras que tienen en su poder la Rueda de la Fortuna son imagen de una ley profunda y misteriosa que funciona en el individuo, que no se conoce ni se ve, pero que al parecer apresura los cambios repentinos de la fortuna que dan un vuelco al proyecto de vida establecido. Las cuatro figuras humanas sobre la Rueda representan diferentes experiencias de la Fortuna, porque, cuando la vida se atraviesa de este modo, nosotros en un principio no miramos detrás de la rueda para ver qué es lo que ha originado el cambio, sino que estamos preocupados con nuestras propias reacciones. El hombre que está arriba ha sido catapultado al éxito por la vuelta de la Rueda, mientras que el hombre que está abajo ha sido arruinado por la que él cree que es la "mala suerte", la firma invisible de algún plan misterioso que está funcionando. El hombre de la derecha ha empezado su ascenso, ayudado por ese mismo poder oculto que ha encumbrado a una persona y ha arruinado a otra; mientras que el hombre de la izquierda, en contra de su voluntad, ha iniciado su descenso, porque la Rueda ha dado la vuelta y su "suerte" se está viniendo abajo.
Pero la carta de la Rueda de la Fortuna no significa en realidad las vueltas de la suerte, una casualidad o un accidente. Detrás de la Rueda están las Moiras, y detrás de los cambios aparentemente fortuitos de la vida hay un plan inteligente y ordenado.
Estas figuras antiguas están dentro de nosotros, hundidas en el vientre del subconsciente, aunque no forman parte de la personalidad consciente. Nosotros llegamos a darnos cuenta de ellas a través de sus efectos externos, que sentimos como el Destino, aunque no proceden de ningún poder externo, sino de dentro, de las profundidades del alma.
La experiencia de la Rueda de la Fortuna es, en realidad, una experiencia de ese "Otro" que está en nosotros, que normalmente proyectamos en el mundo de fuera, echando así la culpa de nuestros repentinos cambios de fortuna a alguien o a algo fuera de nosotros mismos. La vuelta de la Rueda nos fuerza a darnos cuenta de este Otro, el movimiento inteligente detrás de la Rueda, que es el destino que llevamos cada uno dentro de nosotros. La imagen de la misma Rueda es algo profundo, porque el aro en movimiento es como el panorama en movimiento de la vida con que tropezamos; pero el eje queda justo en el centro, una esencia o fuente constante e inmutable. Por eso el eje es como un "Yo" oculto que "decide" (aunque no es una decisión del yo consciente) dirigirse hacia distintas situaciones, acontecimientos, caminos y personas. No es el destino el que viene a buscarnos; más bien somos nosotros los que vamos a buscar nuestro destino. En la carta de la Suma Sacerdotisa, el Loco encuentra esta facultad intuitiva en sí mismo, personificada por Perséfone, que puede vislumbrar este plan funcionando. Aquí, en la carta de la Rueda de la Fortuna, el Loco se encuentra con lo que hila el designio, la fuente de la vida misma, apartada e invisible, más vieja que el más viejo de los dioses, con un poder absoluto que ni siquiera el rey de los dioses se atreve a desafiar. Incluso el espíritu está sometido a las órdenes de este centro invisible que los griegos imaginaban como las tres Moiras, y que nos sacude de nuestra complacencia y de nuestra ilusión de control. La dificultad y hasta el temor que algunas personas sienten hacia los estudios tales como el Tarot, la astrología y otras artes mánticas puede que proceda en parte de la inquietud que se produce cuando la personalidad consciente, acostumbrada a las decisiones y a la imaginación de la voluntad omnipotente, en enfrenta al Otro en las profundidades. Por mucho que nos afecte, no está en nuestro poder controlarlo, igual que Zeus tiene que temer a las Moiras. Por eso la Rueda es más que un indicador de cambio. Es un heraldo de un profundo camino interior a través del cual el Loco, la imagen de nosotros mismos, poco a poco llega a ceder ante su propio destino.
SIGNIFICADO A NIVEL ADIVINATORIO
A nivel adivinatorio, la Rueda de la Fortuna presagia un cambio repentino de suerte. Esto puede ser "bueno" o "malo", pero, cualesquiera que sean las vueltas de la Rueda, da origen a un crecimiento y a una nueva fase de la vida. No podemos predecir qué es lo que nos va a llegar, o mejor dicho, qué es lo que nosotros estamos destinados a encontrar. Pero detrás de estos cambios están las Moiras, una imagen de nuestro centro interior. Por eso el Loco es derribado de su complacencia, y empieza el descenso hacia su propia fuente.
"El Tarot Mítico" por Juliet Sharman-Burke y liz Greene.
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