¿Vives en tu cuerpo, sagradamente?
El cuerpo es uno de los grandes ignorados. Nos ocupamos de él cuando se “enferma” (o duele) o con fines estéticos, a modo de imagen o máscara para los demás. Si no, vivimos en la burbuja de nuestra mente (como en las caricaturas, estamos en el globito que habla o piensa) y lo abandonamos, anestesiado, como una máquina que debe trabajar 24 horas, sin consideración ni cuidado. Así, nos perdemos de los numerosos mensajes que nos brinda, ya que el cuerpo es nuestro traje bioenergético en esta dimensión, el que traduce y expresa lo que sucede en los ámbitos emocionales, mentales, karmáticos, etc.
Casi nadie, hoy en día, está conciente de su cuerpo, de su energía. El día transcurre en la telaraña de pensamientos que teje la mente, entre el pasado y el futuro, raramente en el presente. Presta atención a este instante… ¿te das cuenta de tu cuerpo o estás abstraído leyendo esto?, ¿notas si estás incómodo, en una posición enredada o vencida?, ¿respiras con el diafragma, serena, ampliamente o con el pecho, ahogadamente?, ¿hay lugares tensos, dolorosos?, ¿sientes tus contactos con la silla, con el piso o estás literalmente sosteniéndote a ti mismo?, ¿percibes el estado de tu energía, de tus sensaciones, emociones?, ¿estás al tanto de los estímulos externos: sonidos, temperaturas, olores? Vivir en el presente es vivir atento a todo esto… porque el único que está aquí y ahora es el cuerpo.
Tu historia está en tu cuerpo; él guarda tus recuerdos, tus traumas, tus inseguridades, miedos y carencias. Tu respiración, tu tono muscular, tu postura, tus síntomas y enfermedades están ligados a tu pasado… y a tu presente. Puedes analizar durante años los sucesos de tu niñez; sólo los superarás cuando liberes a tu cuerpo de las consecuencias de ellos e in-corpores una nueva actitud. Un pecho hundido, una espalda cargada, una respiración superficial en el pecho, un cuello o una mandíbula tensos son prisioneros de tu relato personal. No se cambia la postura por voluntad sino por sanación de lo que la provocó.
¿Te resfrías continuamente, tienes diabetes o artritis, colon irritable o úlcera? ¿Te accidentas cada tanto, te quiebras o lastimas? No hay casualidades ni mala suerte ni infortunios. Tu cuerpo te está llamando la atención. No has podido solucionar ciertos temas en los niveles mentales y han bajado al físico, para que te hagas responsable y los resuelvas. Cuanto más los ignores o los tapes (con pastillas de todos los colores), con más fuerza volverán hasta que no puedas encubrirlos más.
Tu cuerpo no es algo que “te tocó”, una suerte de mezclas bizarras entre los genes de tu padre y tu madre. Lo elegiste. En realidad, es la materialización de tu personalidad, de lo que viniste a trabajar aquí, de tus dones y desafíos. Por eso, un ojo entrenado puede saber quién eres con sólo mirarte.
A todo esto, agrégale lo que está sucediendo en estos tiempos. Estamos en las etapas finales de un cambio maravilloso: el alma encarnándose, la espiritualización de la materia, el cuerpo conteniendo la energía divina. Una espiritualidad que no contempla al cuerpo es insustancial y vacía. Debemos estar enraizados en este hermoso planeta (que está haciendo su propia evolución también) y concientes dela Luz que somos.
Este proceso es muy extenuante físicamente. Numerosos síntomas y supuestas enfermedades tienen su génesis en él. Lee “¿Qué es la Nueva Energía?” y “Los 51 síntomas del despertar espiritual”. Necesitamos más descanso y, al mismo tiempo, actividad física para sostenerlo, un equilibrio difícil de llevar a veces. Mejor nutrición y mucha agua. Naturaleza. Simplificar nuestra vida. Al Ego le gusta complicar y meterse en unas cuantas cosas para hacernos creer que valemos, que somos importantes, que más es mejor. No es así. El Ser es simple y profundo.
Casi nadie, hoy en día, está conciente de su cuerpo, de su energía. El día transcurre en la telaraña de pensamientos que teje la mente, entre el pasado y el futuro, raramente en el presente. Presta atención a este instante… ¿te das cuenta de tu cuerpo o estás abstraído leyendo esto?, ¿notas si estás incómodo, en una posición enredada o vencida?, ¿respiras con el diafragma, serena, ampliamente o con el pecho, ahogadamente?, ¿hay lugares tensos, dolorosos?, ¿sientes tus contactos con la silla, con el piso o estás literalmente sosteniéndote a ti mismo?, ¿percibes el estado de tu energía, de tus sensaciones, emociones?, ¿estás al tanto de los estímulos externos: sonidos, temperaturas, olores? Vivir en el presente es vivir atento a todo esto… porque el único que está aquí y ahora es el cuerpo.
Tu historia está en tu cuerpo; él guarda tus recuerdos, tus traumas, tus inseguridades, miedos y carencias. Tu respiración, tu tono muscular, tu postura, tus síntomas y enfermedades están ligados a tu pasado… y a tu presente. Puedes analizar durante años los sucesos de tu niñez; sólo los superarás cuando liberes a tu cuerpo de las consecuencias de ellos e in-corpores una nueva actitud. Un pecho hundido, una espalda cargada, una respiración superficial en el pecho, un cuello o una mandíbula tensos son prisioneros de tu relato personal. No se cambia la postura por voluntad sino por sanación de lo que la provocó.
¿Te resfrías continuamente, tienes diabetes o artritis, colon irritable o úlcera? ¿Te accidentas cada tanto, te quiebras o lastimas? No hay casualidades ni mala suerte ni infortunios. Tu cuerpo te está llamando la atención. No has podido solucionar ciertos temas en los niveles mentales y han bajado al físico, para que te hagas responsable y los resuelvas. Cuanto más los ignores o los tapes (con pastillas de todos los colores), con más fuerza volverán hasta que no puedas encubrirlos más.
Tu cuerpo no es algo que “te tocó”, una suerte de mezclas bizarras entre los genes de tu padre y tu madre. Lo elegiste. En realidad, es la materialización de tu personalidad, de lo que viniste a trabajar aquí, de tus dones y desafíos. Por eso, un ojo entrenado puede saber quién eres con sólo mirarte.
A todo esto, agrégale lo que está sucediendo en estos tiempos. Estamos en las etapas finales de un cambio maravilloso: el alma encarnándose, la espiritualización de la materia, el cuerpo conteniendo la energía divina. Una espiritualidad que no contempla al cuerpo es insustancial y vacía. Debemos estar enraizados en este hermoso planeta (que está haciendo su propia evolución también) y concientes de
Este proceso es muy extenuante físicamente. Numerosos síntomas y supuestas enfermedades tienen su génesis en él. Lee “¿Qué es la Nueva Energía?” y “Los 51 síntomas del despertar espiritual”. Necesitamos más descanso y, al mismo tiempo, actividad física para sostenerlo, un equilibrio difícil de llevar a veces. Mejor nutrición y mucha agua. Naturaleza. Simplificar nuestra vida. Al Ego le gusta complicar y meterse en unas cuantas cosas para hacernos creer que valemos, que somos importantes, que más es mejor. No es así. El Ser es simple y profundo.
“El cuerpo es nuestro punto de contacto entre los reinos físicos y etéreos... donde utilizamos, estructuramos y anclamos nuestro potencial en la forma”, dice Lauren Gorgo y agrega, en una canalización: “La cantidad de tiempo que se necesite para encarnar plenamente su vehículo físico es directamente proporcional a la cantidad de resistencia que mantengan. Para que el cuerpo físico integre estas frecuencias tan elevadas, se requiere un nivel profundo de entrega y aceptación, de manera que cada célula pueda armonizarse con las fuerzas galácticas de
Y así de difícil como es, también es así de precioso y movilizador. Sé el dueño de tu mente y el feliz habitante de un cuerpo conectado a Todo lo Que Es.
En un escrito anterior, mencioné al cuerpo como el gran olvidado y te pregunté si podías percibir lo que estaba sucediendo en ese momento (¿lo sientes ahora?). Eso es estar en presencia, o sea, estar en tu conciencia integrada: percepciones de tu cuerpo, mente, emociones, entorno, intuición, energías, tanto!
Es de tal enormidad lo que recibimos como estímulos internos y externos que aprendimos a desconectarnos para no sucumbir. De hecho, los problemas psicológicos graves de muchos se deben a una sobrecarga de estímulos de toda índole que no logran explicar-se ni manejar. El problema de anestesiarnos es que terminamos viviendo en un cuartito de dos por dos, con una ventanita y con la puerta cerrada cuando podemos existir… en el mundo. Terminamos en la repetición de los roles del Ego, en la seguridad de las personas y trabajos y lugares conocidos, en las limitaciones que dan tranquilidad, en la frustración de la mediocridad. Pensamos que no pagaremos un precio por ello y que, de cualquier forma, no es tan alto, hasta que el cuerpo comienza a pasar la factura.
¿Podemos dejar afuera lo que nos hace humanos divinos, el poderoso potencial que bulle adentro, la luz que iluminaría las sombras que habitamos? Obviamente no. Para eso estamos aquí. Entonces, ¿por qué nos resistimos? Porque no estamos educados para ello y porque recién ahora las condiciones son amables para conectarnos. “¡Ahora! Con la crisis económica, los desastres naturales, los miedos disparados por los medios, el caos instalado en casa y afuera”, dirás. ¿Y si todo eso fuera justamente una prueba de que estamos cambiando, de que el sistema como lo conocemos está autodevorándose por su misma incapacidad de proponer soluciones beneficiosas para todos en lo que realmente somos, seres espirituales en una experiencia humana?
El mundo capitalista que ha extendido sus dominios por doquier es el mundo del Ego. Parece extremadamente variado y complejo pero es pobre y complicado sin necesidad, ya que lo que hace es jugar los mismos juegos una y otra vez, buscando afuera la validación de un poder en el que no cree porque sabe en el fondo que no lo tiene. El poder está en otro lado: en ese mundo sutil que ahora está listo para que nos conectemos amorosamente.
Los que hemos sido pioneros en esta Nueva Energía notamos los trascendentales cambios que han sucedido en los últimos diez años y, sobre todo, en este año. Hemos estado liberando mandatos, decretos, karmas, actitudes, formas-pensamientos, enfermedades de cientos de vidas para poder acceder al Cuerpo de Conciencia, a una concordancia pura a
¿Cuál es? Deja de poner tu atención en el Ego, en el exterior, en lo que “hay que hacer” (la receta del Ego). Aprende a aquietar tu mente y descansa en tu vínculo a tu Maestro Interno, a tu alma, a tu Ser Superior, a
Sólo necesitas tranquilizarte, centrarte, estar en silencio, acallar las voces del Ego, aceptando, perdonando, responsabilizándote. Agradeciendo lo que eres y tienes, disfrutándolo. Abriéndote a lo que sueñas y permitiéndole existir. Y, sobre todo, amándote y amando. La clave suprema. Dejando que el Amor sea en ti. Autora: Laura Foletto
Sitio Web: http://www.abrazarlavida.com.ar/
No hay comentarios:
Publicar un comentario